miércoles, 23 de septiembre de 2009

Dios es Redondo (Columna de Santiago Bonhomme)

Lo que ocurrió hace ya un par de semanas atrás con la selección Chilena perfectamente podría haber sido un cuento fantástico de algún escritor de copiosa imaginación, y como todo buen cuento, la trama descriptiva inicial era exquisita, “en el aire se respiraba la ansiedad de la victoria y el olor a asado, chile era un gran asado regado con incomparables manjares dionisíacos. Y el final como todo buen cuento, inesperado.

Todavía, aunque seguros estemos, no podemos clasificar al tan anhelado mundial Sudáfrica 2010. Eso sí y esto es valorable del modelo- emocional-económico del cual dependemos, es la confianza depositada por muchas empresas, y ya desde hace un buen tiempo, en el trabajo realizado por Marcelo Bielsa y sus pupilos, plagando el mercado de ofertas y concursos para viajar con todo pagado a Sudáfrica 2010. En realidad no sé si lo anterior sirve de introducción al tema que me convoca, y si guarda relación, la introducción me salio muy mala, un poquito pasada de moda.

La relación de la literatura con el fútbol ya tiene sus años, sin embargo el romance en sus inicios no fue miel sobre hojuelas. Por allá en el año 1880 el escritor británico Rudyard Kipling despreció el fútbol y a "las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan". Y Borges en más de una entrevista dijo que el fútbol era una cosa estúpida de ingleses. Pasaron los años y numerosos escritores sucumbieron al espectáculo de los 22 tipos corriendo detrás de una pelota.

Neruda el año 1923 en su melancólico Crepusculario incluyó el poema los jugadores y doce años más tarde colección nocturna incluida en su libro Residencia en la tierra. Pero el que más se puso la camiseta con en el tema futbolero fue el desaparecido Mario Benedetti escribiendo el aplaudido cuento “puntero izquierdo” publicado el año 1955 en el libro montevideanos. Ya por esos años un buen número de escritores se declaraban orgullosos hinchas, como el poeta gaditano Rafael Alberti, quien escribió "Oda a Platko", dedicada al arquero húngaro del Barcelona.

En Chile hace un par de años el poeta Jorge Velásquez publicó el libro la iluminada circunferencia intrometiéndose en el imaginario de los pueblos y habitantes del sur, donde el fútbol aparece como un instrumento emocional. Pero donde la aventura literaria se desborda es en la garganta de los relatores, metaforeando goles y jugadas celestiales, es cuestión de recordar el mundial México ochenta y seis, Maradona deja en el camino a seis ingleses y convierte el mejor gol de la historia de los mundiales, Maradona pasó a ser un semidios, un barrilete cósmico con el emocionado y poético relato de Víctor Hugo Morales.

El escritor mexicano Juan Villorro en su libro “Dios es redondo” dice que no se pueden escribir novelas en torno al deporte rey, porque el fútbol está tan codificado e involucra de manera tan eficaz a las emociones que contiene en sí mismo su propia épica, su propia tragedia y su propia comedia.

Por Santiago Bonhomme


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