jueves, 16 de agosto de 2012

La Botota, transformista que la rompe en las redes sociales se presentó en Chillán.



Con éxito rotundo Stephanie Fox, más conocida como La Botota, presentó su show en el Terciopelo, nuevo club de la ciudad de propiedad del reconocido estilista local, Roberto Bravo.

José Miguel Navarrete se aburrió de que lo trataran de marica. Agarró una silla de la sala de clases y la lanzó con toda su furia, la del instante y la contenida por años de burlas. Por resultado un buen tajo en la frente para el acosador – ya que entonces no se hablaba de bullying- y, para él, la dignidad recuperada. También un paso necesario para convertirse una década después en Stephanie Fox (30), uno de los transformistas más reconocidos en las redes sociales.

“Para mí esto es mi trabajo. Gracias a internet soy reconocida, me llaman para shows en discotecas y no estoy bajo la censura da la tele”, asegura Stephanie popularmente conocida como La Botota, presentadora y humorista de ácidos comentarios que parodia, critica y provoca a través de videos que en la televisión abierta no tendrían cabida dado su alto contenido para adultos.

Invitada por el Club Terciopelo (Schleyer 154), se presentó el sábado 11 de agosto a sala llena ante un público ansioso de ver en vivo a quien es hoy una de las transformistas que más acapara la atención de los cibernautas, con más de 5 mil amigos en facebook y casi 20 mil suscriptores. 



Y todos me miran, pero al final todos me amarán  
Stephanie Fox saltó hacia la cyber-fama con Amigas y Rivales, un reality dominguero trasmitido en 2008 por Youtube, semejante a RuPaul's Drag Race (canal VH1).  Desde entonces su nombre ganó una insospechada notoriedad que supo capitalizar en el programa de conversación Entre Diosas y Odiosas junto a Janin Day y posteriormente El Juego e` la Botota, hoy seguido por miles de fans en las redes sociales.

El camino hacia el reconocimiento no fue fácil. Por su condición de homosexual José Miguel tuvo escuchar las burlas y epítetos una y otra vez. “Uno sabe que la gente no te va a aceptar y tienes que ponerte un escudo para que eso te resbale”, reconoce sin dolor aparente. Cuando nuevamente la situación fue insostenible, tuvo que enfrentarse a la mofa, pero no con la violencia de sus años de escolar, sino con su mejor arma: la provocación. 

Así relata que al egresar como asistente de farmacia, buscó trabajo pero lo más cerca que estuvo de una farmacia fue haciendo el aseo en el hospital durante tres años, desde que tenía 25. “Cuando entré a trabajar ahí todos se referían a mis espaldas como el fleto … Pero cuando vieron que yo sólo me preocupaba de mi trabajo para ser el mejor, entonces les tapé la boca a muchos”. Y no sólo los compañeros de trabajo se burlaban de él, también los pacientes lo miraban con curiosidad. “Al principio me sentía mal porque salía a limpiar la sala de espera  y la gente comentaba o me miraban raro. Hasta que un día me aburrí y salí a la sala de espera con el pelo suelto, porque en ese tiempo lo usaba largo pero amarrado. Y si alguien se atrevía a decirme algo o a mirarme feo yo los encaraba. Hasta que la gente también se aburrió de molestar y como a mí ya no me importaba, me hacía dos moños con chapes de frutillita”, comenta entre risas. Entonces, esa seguridad en sí mismo que le fue esquiva por años, por fin llegó.  

La primera vez
Tanto lo marcó su primera vez, que la recuerda con exactitud: fue el 3 de abril de 2004. Muchas veces lo había hecho solo, a escondidas, pero esta vez sería diferente. Era la primera vez que se vestía públicamente de mujer y lo hacía para participar en una actividad benéfica en Los Andes, su ciudad de origen.  “Al principio cuando te viste de mujer lo disfrutas, es como disfrazarse. Hoy pasé esa etapa de querer maquillarme para jugar a ser mujer y lo veo como mi trabajo, lo que me da para vivir y lo hago con profesionalismo”, enfatiza.

Después de una hora de maquillaje para ocultar sus rasgos masculinos, La Botota queda lista para ser la reina de la noche. Con postura impecable, glamoroso atuendo y 10 centímetros de tacos, baja las escaleras del Club Terciopelo sin traspié doblando una canción de los ´70. Ovaciones, luego bebe un  sorbo de su trago y saluda al público que la espera. “Buenas noches, como están chiquillas”.  En adelante todo fue risas y un rotundo éxito para esta profesional de la improvisación humorística, asegurando que volverá en septiembre al mismo local que desde hace más de un mes se instaló en Chillán para enarbolar la bandera arcoíris. 

Texto y Fotografía: Marcia Castellano, Periodista.

1 comentario:

Carolina Martineau. dijo...

Gracias por recibir tan bien a nuestra querida Botota y muy linda reseña de su visita, invitenla de nuevo y sigan disfrutando, Botota hay para rato
Saludos afectuosos de sus Bototafans.