Elgar Utreras Solano (Chillán 1972) pertenece a una generación especial de la poesía Chilena, la llamada generación del noventa, supuestamente liberada del yugo de la dictadura de Pinochet. Generación que nace con la libertad del lenguaje, que en la década de los ochenta se parapetaba de la censura en el extraordinario ingenio de sus autores (Diego Muñoz, Diego Maquieira, Raúl Zurita, Roberto Merino y otros).
La generación de poetas surgidos en la década del noventa, pareciera haber vivido en la más profunda orfandad y desarraigo, producto de la pérdida de ideologías, principalmente políticas, producto de la anhelada alegría que trajo la democracia. Por está razón los poetas transitarán experimentales, cultivando las más variadas poéticas (anti poesía, neosurrealismo, neovanguardia, neobarroquismo y otras).
Situando este fenómeno en el espacio de Chillán, Elgar Utreras Solano va tejiendo su imaginario juntamente con poetas como Hugo Quintana, Pablo Troncoso, Héctor Ponce dela Fuente y Jorge Rosas, que si bien este ultimo comienza a cultivar el oficio poético a partir de los años ochenta, su desarrollo más acabado ocurre en la década del noventa, siendo uno de los referentes más importantes de esta nueva poesía Chillaneja. El grupo de creadores mencionados tiene como característica principal pertenecer todos a la carrera de Pedagogía en Castellano de la universidad del Bio-Bío, donde fueron protagonistas de la función cultural y política de esta casa de estudios.
Elgar Utreras Solano siempre ha sido, desde sus inicios un poeta experimental, explotando los más variados recursos para su poesía, en un deseo constante de renovar el género. Hoy nos presenta su libro En la calle de los ángeles…,publicado por ortiga ediciones. Poemario motivado principalmente por la soledad del sujeto, de ángeles que caminan diariamente por todas las calles del mundo, ángeles sin alas, de rostros humanos, de corazones humanos, por lo tanto corrompibles.
Veintiséis poemas conforman el libro, donde el lenguaje poético sugerido por Utreras Solano siempre está al límite de la emoción, con una factura admirable en imágenes, muchas de ellas sumamente visuales, otras erguidas para dobles lecturas, o sea, más rigurosidad para los lectores, pero todas ambiciosas en la belleza.
También el amor cruza la calle de los ángeles, y como no, si todo el poemario es una demostración de afecto al prójimo y un apropiarse del sufrimiento a través del amor, fundido en la complicidad con las tradiciones culturales y religiosas de nuestro autor.
El libro temáticamente se sostiene en lo ético-estético, quiero decir, la conciencia absoluta de que lo que se dice, se hace y, el cómo se dice.
Cito al autor:
tengo otros ángeles
esos que nadie quiere
los recojo de los basurales
y les sacudo el polvo
con mi pañuelo…..
la denuncia siempre presente, porque el hablante lírico pasa a ser uno más de estos ángeles. Cito al autor:
desde un tiempo hasta esta eternidad
vengo respirando el cuerpo
de un ángel…
La visión desgarrada del espacio propio, de lo cotidiano, de los elementos de la naturaleza, escenario presente en todo el libro, como arraigo desesperado del autor, por no querer dejar de situarse. También la historia, pero una historia ajusticiadora, como bien lo manifiesta el poema a un viejo dictador. Cito:
¿cuántos ángeles se han puesto
de pie en tus sueños
con la espada en la mano?
El poemario invita a la reflexión, cuando vivimos en la más absoluta fantasía, que es la anestesia que tanto nos separa y nos hace ilusos, la calle de los ángeles de Elgar Utreras Solano propone un encontrarse con la realidad, a un mirar más allá de la simple vista, donde todo cobra mayor sentido, la poesía como una larga calle, en la cual todos debiéramos caminar.
Agradecemos a Santiago Bonhomme por enviarnos este artículo.
Situando este fenómeno en el espacio de Chillán, Elgar Utreras Solano va tejiendo su imaginario juntamente con poetas como Hugo Quintana, Pablo Troncoso, Héctor Ponce de
Elgar Utreras Solano siempre ha sido, desde sus inicios un poeta experimental, explotando los más variados recursos para su poesía, en un deseo constante de renovar el género. Hoy nos presenta su libro En la calle de los ángeles…,publicado por ortiga ediciones. Poemario motivado principalmente por la soledad del sujeto, de ángeles que caminan diariamente por todas las calles del mundo, ángeles sin alas, de rostros humanos, de corazones humanos, por lo tanto corrompibles.
Veintiséis poemas conforman el libro, donde el lenguaje poético sugerido por Utreras Solano siempre está al límite de la emoción, con una factura admirable en imágenes, muchas de ellas sumamente visuales, otras erguidas para dobles lecturas, o sea, más rigurosidad para los lectores, pero todas ambiciosas en la belleza.
También el amor cruza la calle de los ángeles, y como no, si todo el poemario es una demostración de afecto al prójimo y un apropiarse del sufrimiento a través del amor, fundido en la complicidad con las tradiciones culturales y religiosas de nuestro autor.
El libro temáticamente se sostiene en lo ético-estético, quiero decir, la conciencia absoluta de que lo que se dice, se hace y, el cómo se dice.
Cito al autor:
tengo otros ángeles
esos que nadie quiere
los recojo de los basurales
y les sacudo el polvo
con mi pañuelo…..
la denuncia siempre presente, porque el hablante lírico pasa a ser uno más de estos ángeles. Cito al autor:
desde un tiempo hasta esta eternidad
vengo respirando el cuerpo
de un ángel…
La visión desgarrada del espacio propio, de lo cotidiano, de los elementos de la naturaleza, escenario presente en todo el libro, como arraigo desesperado del autor, por no querer dejar de situarse. También la historia, pero una historia ajusticiadora, como bien lo manifiesta el poema a un viejo dictador. Cito:
¿cuántos ángeles se han puesto
de pie en tus sueños
con la espada en la mano?
El poemario invita a la reflexión, cuando vivimos en la más absoluta fantasía, que es la anestesia que tanto nos separa y nos hace ilusos, la calle de los ángeles de Elgar Utreras Solano propone un encontrarse con la realidad, a un mirar más allá de la simple vista, donde todo cobra mayor sentido, la poesía como una larga calle, en la cual todos debiéramos caminar.
Agradecemos a Santiago Bonhomme por enviarnos este artículo.
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