Radios perseguidas, televisoras amedrentadas, reporteros maltratados por la fuerza pública, realitys televisivos criminalizando a los sectores marginados, constituyen parte del escenario mediático en Chile, en buenas palabras nada de lo que nos podamos sentir orgullosos y mucho que nos debe ocupar.
Cada golpe, cada agresión, cada maltrato a los comunicadores populares y ciudadanos, constituye la manifestación evidente del desprecio de las estructuras oficiales a la ciudadanía, concepto que frecuentemente usan como slogan político.
Nadie pide privilegios por andar con una cámara o una grabadora, se exige respeto por las personas, más allá de su investitudura, sea periodística, sea de representación o de actoría social, respeto por los derechos humanos, no es mucho pedir.
La necesidad crea el órgano y esta conducta reiterada de abuso de poder nos pone en la dimensión de exigir la pronta instalación del Ombudsman o defensoría de las personas, promesa incumplida de los gobiernos concertacionistas, en el ínter tanto, las redes de la sociedad civil están desarrollando acciones de resguardo legal y jurídico, a través de instancias nacionales e internacionales, para que en el futuro inmediato, nadie mas este sola o solo frente a la represión y persecución.
Fuente (texto e imágen) El Ciudadano
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