Texto de Pedro Serrano, Director Fundación Terram
El agua en el cuerpo humano puede llegar a ser un 75% de nuestros componentes y un 55% cuando ya estamos “secos”. Si tres cuartas parte de nosotros son agua, resulta más que evidente que tenemos que preocuparnos de ella. Por ello, es lejos la más importante de las preocupaciones humanas.
En Chile el agua es más que abundante, pero el 99% es salada y está en nuestro mar territorial. El 1% es agua dulce, lo que es un decir. El asunto políticamente importante es que el agua dulce del territorio humanamente gestionado por el Estado, es o debiera ser “propiedad” de ese Estado. Un asunto ambientalmente egoísta, dado que toda vida vegetal, animal (que incluye al humano), depende del agua.
Cuando el presidente Sebastián Piñera lanza, a fines de febrero del 2012, su equívoca Estrategia Nacional Energética, que hablaba sólo de lo eléctrico, dejando a las energías que usa realmente Chile fuera del texto, hace un discurso de lanzamiento donde destaca que Chile es un país pletórico de aguas y torrentes que se “pierden” en el mar y que lo que tendría que hacer Chile era en la práctica seguir con la hidroelectricidad a fondo. En Resumen, viva hidroaysén.
Una idea como esta, planteada por un presidente de la República de Chile, trae al tapete una importante pregunta: ¿Tiene Chile una estrategia nacional de aguas, de modo de disponer del recurso de manera organizada, planificada, sustentable en los próximos 30 años? La respuesta es NO.
El agua dulce en Chile se trata como recurso consuntivo y no consuntivo, refiriéndose a si el agua pasa solamente, pero no se “gasta” como en una hidroeléctrica o el agua se usa para riego, industria, minería o simplemente bebida, es decir se consume. Ya a este nivel tan simple, hay enormes conflictos, indeterminaciones, grupos de poder, corrupción y frescuras históricas.
El tema de los “derechos de agua” en Chile es un asunto de estructura medieval, que no se resuelve, básicamente porque los que debieran intervenir, resolver y actuar en justicia, tienen intereses cruzados en el asunto, y se nota que no les interesa que se resuelva. El agua moja con miles de millones de euros.
A grandes rasgos el agua “dulce” en Chile, desde los glaciares, las lluvias, los ríos y lagos, aguas superficiales y subterráneas, primero que nada no está cuantificada, considerando su variación cíclica y se usa más o menos brutalmente en varios asuntos.
Por ejemplo, la minería usa mucha agua, hay partes donde el conflicto mineras versus comunidades locales es tremendo, sobretodo en el Norte de Chile, un desierto donde obviamente el acceso al agua es asunto muy serio y prioritario.
La agricultura, mientras no se descubra otra cosa, necesita grandes cantidades de agua, que es considerada consuntiva por que se “pierde” un 99% en el suelo. El ganado y las aves de corral son también un 75% de agua, como nosotros…
La industria en general usa muchísima agua en casi todos sus procesos, desde la metalúrgica, hasta los que adulteran la leche y el pisco o marinan coludida-mente los pollos.
Las ciudades, pueblos, villorrios y la más aislada de las casas, necesitan agua, es más aun, agua de la buena, limpia, filtrada, bombeada, clorada, floculaday transportada.
El problema brutal del manejo del agua dulce, es que todos estos usuarios, desde la minería a las ciudades, toman agua más o menos limpia, la pasan por su procesos y la devuelven a los cauces mezclada con excrementos, en el mejor de los casos, con RILES o residuos industriales líquidos, con pesticidas, químicos tóxicos, relaves mineros y metales pesados. Sustentable esto no es y la natura chilena ya no es capaz de limpiar sola tanta cochinada. No hay leyes que obliguen al que toma una cantidad de agua dulce limpia, a que devuelva igual cantidad limpia al ambiente. Lo que digamos, utópicamente, sería lo justo.
Evidentemente el agua es paisaje, es en el territorio un gran regulador térmico, un bosque es un lago encerrado en madera, agua es paisaje, es ecosistema, e incluso, es turismo. El agua de Chile no da para hablar con tanta ligereza.
Agua siempre hay, la dulce y limpia suele estar sucia y es verdaderamente escasa. Las ciudades crecen y los millones de chilenos mal-usan cientos de litros de agua potable, fundamentalmente para ensuciarla. La presión por el agua limpia en las ciudades de Chile es un punto principal de una supuesta estrategia nacional de aguas.
La historia es larga y con muchos más detalles, pero el punto aquí está en que lograr una Estrategia Nacional de Aguas, una ENA, debiera ser un asunto prioritario para cualquier Estado y su respectivo gobierno. Y ojo con el calentamiento global, con los glaciares y las nieves ya no tan eternas. El agua es un punto de crisis mucho mayor que cualquier otro en el futuro y en el presente.
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