Por LUIS FRACZINET (Desde Concepción)
Ir a la feria (Ferias Libres) cada semana debería tomarse como parte de nuestras tradiciones, no por rescatar algo o por sentirse más localista, sino porque en ese espacio donde confluyen cientos de personas, es el lugar más honesto que he podido encontrar (si de centros comerciales se trata). Ciertamente lo comparo con los supermercados o las grandes tiendas (incluyendo AFP e ISAPRES) donde uno tiene bien clarito que uno está pagando no solo por el producto, sino que también para que te mientan. Es decir las góndolas, los pasillos amplios, las luces derrochantes de “glamour” e incluso los servicios adicionales de comida rápida (o no tan rápida), venta de ropa y locales aledaños están hechos para “hacerte sentir bien” para que pienses que tienes la oportunidad de elegir… para que el consumismo sea más una “elección” del individuo que el reflejo de un comportamiento colectivo con elementos Psicopáticos.
Lo cierto es que las ferias tienen un aire más campestre donde uno puede presentir que está no solo comprando productos a menor precio, sino que está beneficiando a los pequeños agricultores (que en ocasiones son los mismos vendedores) o incluso al ser atendidos por intermediarios como los feriantes establecidos, a pesar de ello, siente que uno está ganando.
Pese a todos los vicios que el mercado de los productos alimenticios pueda tener, la feria sigue muchas de las tradiciones antiguas de los pueblos rurales… es una vez cada cierto tiempo (una vez por semana en las ciudades y una vez al mes en los pueblos rurales). Tienes la posibilidad de conversar con quien te atiende (no muy extenso) para poder saber cómo se viene la fruta, si está bajando o subirá pronto, o si esta especie sirve para esto u esto otro… y dentro de esa ambiguedad de temas, te sientes realmente parte de esa cadena… Mientras que en los supermercados no eres más que un número en la fila de la caja.
Ciertamente en las ferias encontramos todos los vicios de los individuos… si alguien te quiere engañar… lo hará. Por eso siento que uno debería convertir la visita a la feria en una tradición. Ya que si te mantienes visitando o “vitrineando” cada semana podrás con la experiencia ir seleccionando los caseros a los cuales siempre les puedes comprar, con la seguridad de que el producto se viene bueno. Además de la ventaja que el casero ya te conoce y no se arriesgará a engañarte con el producto. Uno se acostumbra a comprar un listado de productos que no varía mucho cada semana, pero eso te ayuda a mantener siempre caseros de forma permanente. En el caso de hoy eché de menos a una familia que se pone con un puesto de frutas y he tenido que comprar en otra parte apostando a que no varíen mucho el producto.
En ocasiones solemos ver puestos que están con muchos clientes esperando… ciertamente los productos son buenos, aunque no te permiten elegirlos por ello hay que esperar a que te atiendan.
Todos sabemos que los puestos siempre ponen lo merjorcito al frente de la ruma para que lo puedas ver y cuando te atienden siempre te seleccionan desde atrás… hay que ensayar muchas veces hasta encontrar al casero que no te engañe, pero es también la parte del márketing, aunque hay puestos en que siempre te dan la bolsa para elegir y uno se da el lujo de comprar lo que uno desea evitando lo malo, pero eso tiene un costo, ¿100 o 200 pesos más que el resto?
Otra gracia de las ferias en comparación de los supermercados está en el uso excesivo de bolsas de plástico donde en los supermercados tendrán uno o dos tamaños de bolsas genéricos si compras una uva o 2 kg de carne. Sin embargo en las ferias el uso de las bolsas depende del producto y por ende no es mucho el plásticos que nos traemos DE MÁS. El tema es menor pero todo gesto ayuda. Por lo demás es en las ferias donde las personas mayores salen con su carrito, un tiempo de distención hace bien para todos y nunca ha sido una obligación para nadie.
Hoy la papa cañetina bajó un poco y estaba 6 kilos a 1.500 aunque llegó papa de Coihueco… sinceramente el precio de la papa no varía mucho entre los caseros de la misma feria, y el lugar de procedencia no importa mucho respecto a la calidad. Cañete tiene un prestigio como zona papera pero la variedad más producida en la región (Désirée) no varía mucho dependiendo de la zona que la produzca, y los cambios de calidad tampoco se notan cuando llegan los camiones ya que se suele exigir o se suele comprar un producto homogéneo que no varíe mucho a lo que el público suele comprar.
La zanahoria a 300 el kg se ha mantenido, al igual que el zapallo italiano pero éste ha bajado de calidad en lo que a tamaño se refiere. Tomates y lechuga subieron un poco 400 el kg de tomate y 500 a 600 (c/u) la lechuga Iceberg (escarola, forman de bola apretadita) que es la que encontramos junto a la romana (de hoja y tallo más largo).
Sobre el tomate me detengo un poco. Si encuentras en la cáscara del tomate un polvillo blanco fácil de sacar con el pasar de un dedo, evita de comprarlo o si ya lo compraste POR FAVOR LÁVALO BIEN. Ocurre que el tomate es una de las especies agrícolas que más ataques de insectos recibe, la polilla del tomate suele poner sus huevos en esta especie y sus larvas oradan la cáscara y pasan hacia el interior, la pudrición no proviene del insecto en sí, sino que del daño físico que causa que dejan que bacterias y hongos (principalmente) ataquen el tomate. Por ello el tomate es también el cultivo DONDE MÁS SE USA AGROQUÍMICOS para controlar plagas.
La palta subió hace un rato y se ha mantenido en 800 a 1.000 el kg. La gracia de la palta en la feria es que puede encontrarse en diferentes condiciones que te pueden durar para una o dos semanas (según el apetito), pero en el supermercado solo la encuentras premaduras (como le llamamos verdes) y si las encuentras blandas es porque la mayoría se descompuso.
Una cosa con los choclos… la temporada ya acabó y lo que hay se nota que hasta las hojas que lo cubren se están secando porque los mantenían guardados en bodega. Puedes tener la suerte pero a estas alturas prefiero el choclo congelado.
Comprar en la feria hace bien para la salud… y el bolsillo, pero hay que hacerlo una costumbre para que aprendamos a saber qué y con quién comprar.
Luis Fraczinet
Coordinador Programático
Colectivo Por Una Nueva Concepción
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